Tuesday, October 28, 2008

Cómo ser artista regional y no morir en el intento

El posmodernismo nos invita a tratar siempre de ser originales, únicos en nuestra especie, a rescatar esa chispa de eternidad que habita sólo en nosotros (que para los ateos no es más que producto de accidentes fisioquímicos y socioculturales) y se ha convertido en la idea predominante en el arte contemporáneo provocando una sectarización cada vez más marcada de tribus y tendencias que sew atraen, repelen, combinan y eclosionan a un ritmo cada vez más acelerado.

En medio de toda esa vorágine habemos algunos que nos sentimos inclinados a las visiones sincréticas que intentan reconciliar toda esa supuesta diversidad interpretando cada manifestación artística como distintas variaciones tonales de una misma melodía, lo cual no es muy difícil de realizar aunque hay quienes clamen que toda reducción es artificial porque es elaborada a partir de esquemas mentales generados a partir de los esímulos que recibimos del medio.

Ser artista en Chile es encontrarse de pronto en medio de una batalla de egos y formas culturales sin más armas que un emboque y un palo de chueca, metafóricamente hablando. El problema no es tanto que la cuiltura chilena sea relativamente joven, si la comparamos a los distintos complejos socioculturales europeos, asiaticos y originarios, sino que aquí la homogeneización que realizó la cultura dominante fue tan intensa y descarnada que terminó apagando cualquier germen de una cultura e identidad propia antes de que cuajara, como ocurrió en otras partes de sudamérica que sí permitieron una mixtura y generaron una identidad reconocible a nivel global (Argentina, México y Brasil, los más claros ejemplos; en menor medida Perú, y Cuba en las últimas décadas)

La identidad aquí en Chile es algo débil, desdibujado, fragmentado, muchas veces impuesto a la fuerza, imitativo. Y siendo el arte uno de los principales medios generadores de identidad el artista que crea sin consideraciones externas ve limitada la difusión de sus obras pues por un lado, pues al no existir una carga identitaria fuerte los consumidores prefieren consumir productos culturales que se remitan a identidades más hegemónicas como la norteamericana, la china, la japonesa, la europea y la árabe, por nombrar sólo algunas.

Por lo tanto, es útil recordar el axioma de que el arte es una mímesis (representación) de la realidad, ya sea que elija representarla fielmente, alterarla, deconstruirla o lisa y llanamente rechazarla, cuestionarla o destruirla ( el dadá es una deconstruccíon de los símbolos que componen nuestra realidad pero en cierta forma proviene de ella)

Lo que ocurre es que hoy en día el artista en general no se hace cargo de su rol social pues piensa que aquella es una trampa que limita su expresión personal, pues tiene a su disposición universos enteros que han sido creados durante todas la historia de la humanidad, los cuales han estimulado su imaginación y lo han motivado a emprender la tarea de generar los suyos propios, sea por el motivo que sea.

Sin embargo, toda esta imaginería milenaria e infinita tambien recogerá las influencias de sus particulares experiencias, vivencias y contextos socioculturales, y son precisamente aquellas herramientas las que otorgarán as la obra un sello distintivo, no importa si dichos elementos estén presentes de forma explícita o implícita.

Así, podemos ver que en el arte chileno las expresiones más masivas y reconocidas siempre terminan siendo las que logran identificar algún rasgo reconocible por el público, ya sea aterrizado al contexto nacional como las películas " El Chacotero Sentimental", "Machuca", "Historias de Fútbol", o bien busacando ese toque nacional en hechos universalizados como "Mirageman" o "Chile Puede." Esto no tiene quye ver con la calidad: las obras de Huidobro no son tan reconocidas en Chile no tanto por su calidad sino que por su compleja decodificación, universalidad y nivel de abstracción.

Y si profundizamos en el tema, nos encontraremos con que versionar arquetipos universales no es tan mala idea, o si se prefiere, buscar la identificación de algun arquetipo universal a una situación local, en vez de resaltar las diferencias y rebuscar una identidad local que en muchos casos no alcanzó a formarse y es apenas un conjunto de im´sagenes inconexas que identifican apenas a un segmento específico de la población y no logran enganchar con el resto porque no existe una identificación. Si uno no vive en Santiago, Valparaíso, Valdivia, Chiloe o en alguna comunidad Mapuche (cultura que sí está logrando diseminar su inmenso legado y hacernos partícipes a todo el resto) Es difícil tratar de generar una identidad en contextos amplios si las obras no encierran además algún aspecto de universalida, y eso es lo que muchos artistas regionales no entienden: o intentan saltar el abismo conceptual y lanzarse al universo sin un ancla que los asiente, relegando sus obras a los círculos de amnigos, tribus urbanas, blogspots, fotos de internet y demases, o se resisten a emprender el vuelo y se aíslan en ghettos de reconocimiento y onanismo ególatra que ac túan como círculos cde hierro difíciles (por no decir imposibles) de romper.

El desafío y el debate están abiertos.

1 comment:

marcelo.diaz (arcelodiaz@gmail.com) said...

hola :D
el otro dia lei este post
esta buena la critica
ahora se me olvidó bien que iba a decirte
eso que hablas de los arquetipos es parecido a la frase de Rimbaud
¡hay que ser absolutamente moderno!
:D
algo que yo supe es que los diletantes criticos del neoliberalismo y municipalidades consideran que en rigor no existen las obras de arte en sí mismas, típico del grupo No Entender :D