Saturday, November 08, 2008

El canto del cisne norteamericano


En estos días esta de moda alegrarse con el triunfo de Barack Obama en las elecciones
presidenciales de Estados Unidos. Y es que su ascención al olimpo norteamericana fue posible gracias a un mensaje lleno de simbolismos importantes que, partiendo de la base de su genética y de su historia personal llena de esfuerzo y están reinterpretando el sueño americano y volviéndolo a presentar a "América" (en un sentido absolutamente reduccionista) como la tierra de la libertad y esperanza donde todo el mundo tiene su lugar y su espacio asegurado y garantizado por las enmiendas de una constitución federal donde caben y coexisten perfectamente constituciones rerpresivas como la de Arkansas y otras tan liberales como la de California.

Se nos olvida por un momento que Estados Unidos no es un sólo país como estamos acostumbrados a pensar: son 50 y algo estados variopintos que a pesar de sus diferencias concuerdan más o menos en un número reducido de verdades fundamentales. Estados unidos es un mosaico multicultural interesante con el que nos hemos ido familiarizando a través de películas, series de televisión, libros, comics, música y toda clase de artefactos culturales con los cuales hemos sido bombardeados sin cesar, la mayoría de nosotros desde la más tierna infancia, a tal punto de que sabemos más de cultura norteamericana y todo lo que ella encierra que de la nuestra.

Y es que E.E.U.U. es tan inclusivo en sus axiomas básicos que todo cabe dentro de su gran corazón, que es el equivalente a lo que hizo Roma para consolidar su expansión: TODO es parte de Roma, y por esto el triunfo de Obama es el triunfo de un mundo cansado de las sospechas y de la paranoia del enemigo externo de la mitad de americanos aislacionistas que protegen su "sueño americano" a toda costa de cualquier cosa que ellos vean como amenaza externa (el comunismo, el islam, los inmigrantes ilegales, etc) encasrnada en Bush y sus secuaces (un vistoso ejemplo de cómo el estabilishment es caopaz de defenderse de cualquier disenso utilizando sus armas publicitarias para destruir a su rostro más visible)

Debo ser uno de los pocos ciudadanos del mundo que siente pena por Bush, una víctima de sus dogmas monolíticos y su poca altura de miras que confió en demasía en el apoyo de las estructuras supragubernamentales que gobiernan este país. Nunca le creí, ni me gustó, pero me da pena.

Volviendo al punto, Obama es un poco como Constantino: el perseguido que se transforma en cabeza del perseguidor y encabeza la última renovación de un imperio alicaído y herido de muerte porque los propios estadounidenses olvidaron su sueño común y en aras del libremercado se concentraron en desarrollar sus utopías particulares hasta que se dieron cuenta de que la peligrosa línea entre la inclusividad y la pérdida de sentido había sido traspasada a partir de su propio motor fundamental: la economía.

Disfrutemos, pues, del canto del cisne norteamericano.

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